MI SUEÑO DE SER COMO FARYD MONDRAGÓN
Tal
vez muchos se sorprendan, pero yo de niño en lo único que soñaba era en ser
como Faryd Mondragón. Los tiempos de amor al ciclismo vendrían después. Y no
podría ser de otra forma: vivía frente a la cancha de micro-fútbol del Barrio
Miraflores y siempre fui alto para cualquier edad, por lo que mi posición en el
campo de juego debía ser la de arquero.
No
recuerdo muy bien cual fue ese momento que marcó un antes y un después para
admirar a Mondragón, como si sucede con Santiago Botero (Lex Dux Alpes, Tour de Francia de 2002). Claro era muy pequeño,
tendría 4 o 5 años pero como cuenta de mi papá “siempre pedía que lo
peluquearan como Faryd Mondragón”, que viene a ser lo mismo que pasar una
maquina # 2.
Desde
luego su exhibición a lo largo del Mundial de 1998 está más presente. Sus
lágrimas por la derrota ante Inglaterra sólo aumentaron su grandeza.
Mondragón,
junto con Óscar Córdoba y Miguel Calero se rotaron la titular de Colombia por
un periodo de 14 años (1993 a 2007), y cuesta creer que todos ellos salieron de
la Escuela Sarmiento Lora amoldados por Carlos Portera. Tanto talento, no cabía
en un mismo espacio y tiempo.
La
labor más loable de Mondragón fue muchas veces cruzar medio mundo cuando
atajaba en el Galsataray turco, para ser banca o de Córdoba o de Calero. Un
trabajo silencioso que el tiempo ha sabido recompensar. Porque pasaron algunos
otros por el arco colombiano como Zapata, Agustí Julio y “Neco” Martínez, pero
al mundial tan añorado por todos los colombianos asistió uno de siempre: Faryd.
Había
una gran expectativa porque él jugará al menos unos minutos en este mundial. Al
margen de la marca de longevidad que podría alcanzar eso me hacía mucha
ilusión, tal vez tanto como a él mismo. Por eso cuando la Selección Colombia
anotó su tercer gol ante Japón y Pekerman le dio vía libre para que saliera del
banco sentí una felicidad inmensa.
La
mirada y el abrazo de Faryd a Pekerman cuando recibió la noticia son únicos. La
ovación del Estado y el reconocimiento de sus compañeros son merecidísimos. Fueron
pocos minutos, pero como dicen por ahí al que le van a dar le guardan.
En
la última jugada del partido a causa de dos errores de Carlos Valdés, Faryd
probablemente vio por última vez, como en miles de ocasiones en su vida, a un
delantero con ganas de fusilar su arco. Confieso que pensé que no sería justo
que le fueran a hacer un gol, pues lo habían dejado sólo. Pero él grande como
siempre aguantó con su pierna derecha el tiro.
Todos
los asistentes al Auditorio Mayor de la UNAB en donde se proyectó el partido,
saltamos y gritamos de júbilo más que en ninguno de los goles de nuestra
selección.
0 Comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]
<< Página Principal