ALEJANDRO ORDOÑEZ NO ES NINGÚN IUSNATURALISTA
Será
llover sobre mojado, como afirmar que se sube hacia arriba y se baja hacia
abajo, pero tengo que decirlo: Ordoñez no es ningún iusnaturalista.
Desde
hace mucho tiempo Ordoñez anda desaforado, alejado de cualquier límite jurídico.
En omnipresencia sólo compite con el Fiscal, de ahí el acierto de la Revista
Semana que en su última portada los llama a callarse.
Los
diferentes a su pensamiento político, religioso e ideológico han sido blancos
de los ataques de Ordoñez. Pese a lo anterior, debe reconocérsele cierta
coherencia de sus tesis y las bases teóricas en las que se edifican. Así ningún racionalista convencido aceptaría, por ejemplo, la adopción
gay, el aborto, la eutanasia y hasta la fecundación in vitro.
Sin
embargo, estos últimos días rayó en lo absurdo: se contradijo respecto a los
postulados iusfilosóficos que como iusnaturalista justifican sus posiciones jurídicas.
Su
oposición a la decisión gubernamental de detener las fumigaciones de cultivos ilícitos
con glifosato lo ha llevado a todo: a manipular informes internacionales y desconocer
decisiones judiciales patrias que han probado sus efectos dañinos sobre las
personas, ser indiferente al dolor de las posibles víctimas y a pasar por
encima de tres exigencias de la razonabilidad práctica planteadas por John
Finnis. Me explico:
En
John Mitchell Finnis recae el mérito de traer al iusnaturalismo de vuelta a los debates de Filosofía del
Derecho y Teoría Jurídica, planteado eso sí, no bajo los vetustos ropajes
teológicos sino con un indiscutible e indeleble corte racionalista. Como iusnaturalista, Finnis reconoce una
estrecha relación entre el Derecho y la moral, cuyo contenido está representado
en unos bienes básicos, que representan las formas básicas que el ser humano
siempre está dispuesto a satisfacer. Ellos son “el sustrato valorativo de todos
los juicios morales”.
Esos
bienes básicos se presentan al hombre como “evidentes”, debido al uso tanto de
la razón como la experiencia. Por tanto, cualquier hombre estaría de acuerdo
con la valía de esos bienes “y por ende como que-han-de-ser-buscados y
realizados en la propia acción, acción a la cual uno ya está comenzando a
dirigirse por este mismo acto de comprensión práctica”.
Esos
bienes son: vida, conocimiento, juego, experiencia estética, sociabilidad, razonabilidad
práctica y religión. En cualquier situación real, se puede encontrar la
aplicación de uno o varios de estos bienes básicos. Todo caso puede
reconstruirse a partir de ellos.
De
la razonabilidad práctica se derivan 9 exigencias, que vienen hacer el método
que posibilita la compatibilidad de esos bienes básicos. Vale destacar dos de
esas exigencias:
- Ninguna
preferencia arbitraria entre los valores: indica que la escogencias por
algunos bienes básicos en especial no puede implicar una desvalorización o
sobrevalorización de los bienes básicos, pues será “irrazonable si se basa en
la desvalorización de cualquiera de las formas básicas de excelencia humana”.
- Eficiencia
razonable: exige que en la consecución de los objetivos, deben
adoptarse medios idóneos, cursos causales apropiados. Implica valorar las
consecuencias de sus decisiones, para identificar las que son apropiadas y las
que no.
- Respeto
a todo valor básico en todo acto: no es plausible ningún
acto que rechace, niegue o afecte uno de los valores básicos. Esos bienes son
inviolables. “La razón exige que todo
valor básico sea al menos respetado en todas y cada una de las acciones”
Entorno
al narcotráfico y su lucha mediante fumigaciones con glifosato giran dos bienes
básicos: la vida (los narcóticos afectan a los adictos y el glifosato a quienes
cultivan su materia prima) y la sociabilidad (el narcotráfico es fuente de
delitos, de violaciones de muchos derechos, de corrupción, etc.).
Los
informes internacionales y las decisiones judiciales demuestran una falla en la
eficiencia razonable de la lucha contra las drogas al acudir al glifosato. Esto
ha llevado al Gobierno Nacional a desistir de un medio que bien puede
satisfacer el bien básico de la sociabilidad, pero que mancilla el de la vida.
La
testaruda postura de Ordoñez en el tema implica implícitamente una preferencia
arbitraria de los valores que afecta al bien básico de la vida de sobre quienes
cae el glifosato. Finnis si viera esta incoherencia se santiguaría. Él resulta
no siendo parte de esos hombres a quienes los bienes básicos se plantean como
evidentes
Tal
vez un atento crítico diría que lo anterior es prueba de que Ordoñez no actúa
en Derecho sino que hace política. A ello hay que advertir que ni en ese caso
se salva de ser un mal isnaturalista: el isnaturalismo
vincula antes que el Derecho, y de él no se escapa ningún hombre.
También
podría decirse que Ordoñez es un iusnaturalista teológico. Pues también es un
mal iusnaturalista teológico.
A
finales de 2015, como lo registra esta página web, participó en México en un
evento organizado por el Consejo de Estudios Hispánicos Felipe II –entidad que promueve el tradicionalismo hispánico bajo la batuta de un pretendiente
carlista al trono español– en donde sostuvo que las derrotas que en materia de
derechos de la comunidad LGTBI habían tenido quienes se oponían, se debían a
que sus posiciones “han dado desligadas
de su fundamento, que es la Realeza social de Nuestro Señor Jesucristo. Han
dado la batalla por la añadidura olvidando el reino de Dios y su justicia”.
Pues
bien, parece que en el tema del glifosato Ordoñez está lejos del Reino de Dios
y la justicia, pues ha violado con su deshonestidad intelectual el octavo
mandamiento: no mentirás.
1 Comentarios:
No hay un sólo iusnaturalismo profesor Duarte. Me refiero a que estructuralmente Ordóñez obedece a los lineamientos del derecho natural (validez derivada de adecuaciones morales). Hace bien usted al traer a colación a Finnis, a quien admiro profundamente (y que estará en Bucaramanga en el 2017 en el Congreso de Filosofía y Hermenéutica que organizo en la UPB) pero me parece una perogrullada comparar a Ordóñez con semejante tratadista australiano para mostrar lo cavernario del Procurador. El brillante pensamiento Finnisiano jamás estará cerca de Ordóñez, por lo que resulta desproporcionada la comparación. Ahora bien, ciñéndome a mi inicio, el iusnaturalismo del procurador es teológico, recordemos su origen tomista, sin duda en este sí calza. Saludos.
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