miércoles, enero 09, 2013

La posesión de Chávez: ¿Qué el derecho no es política?!


Al final de una de las pocas jornadas en que el Semillero Hermes estuvo en capacitación con el maestro Laureano Gómez Serrano –en aquella oportunidad nos habló sobre las técnicas del Derecho Comparado– mi compañero Leonardo Acosta le hizo una pregunta, que personalmente me pareció descontextualizada pero no por ello inoportuna: “Doctor para usted, ¿qué es el derecho?”. La respuesta de Laureano fue corta y contundente: “Es un instrumento”.
Ella tampoco fue una respuesta esperada. Creo que si yo le hubiera contestado eso a mi profesor de Introducción del Derecho –que es kelseniano– en la primera clase del Taller de la materia hubiera recibido su desaprobación. Sin embargo, lo dicho por Laureano no me pareció extraño. Recordé que él era marxista. Sí, un godo-marxista con todo lo que ello implica, pues no en balde llegó a abrasar la doctrina de Enver Hoxha, un personaje que causaba escozor a los no ortodoxos como el Doctor Alonso Carrascal.
Tampoco esa respuesta resulta aislada, y coincide con algunos teóricos del derecho que no desprecian o estructuran sus teorías desde una perspectiva marxista del derecho. Pero no desde la visión enarbolada desde los Estados socialistas previos a la caída de la URSS, que pretendían algún día eliminar al derecho junto con el Estado. Habló de Manuel Atienza y Juan Ruiz Manero –en el no desprecio– y de Duncan Kennedy desde el realismo jurídico norteamericano.
Los profesores españoles en una interesante introducción a un libro de Marxismo y Filosofía del Derecho, se planteaban resolver qué quedaba del marxismo –tras su caída como sistema estatal– para la cultura jurídica. Una de sus respuesta señala que a partir del marxismo se comprende que el derecho "no es elemento neutral, sino un instrumento que sirve –con relativa independencia de cuáles sean las ‘intenciones’ de quienes lo manejan– para ocultar o justificar aspectos de la realidad social”.
El profesor de Harvard, por su parte, ha señalado que la controversia política es parte del razonamiento jurídico, que los jueces siempre trataran de moldear los materiales jurídicos para que sean coherentes a la ideología a la que pertenecen. Pone el dedo en la llaga al señalar que la pretendida imparcialidad de los jueces (el malogrado exministro Esguerra Portocarrero les hizo un llamado a ser “químicamente puros”) no es más que una herramienta de la mala fe con la que actúan estos, para ocultar los reales intereses que trascienden a sus decisiones. Es por ello que "el discurso jurídico es en realidad un discurso de elección e intención política presentado como un discurso de necesidad interpretativa".
No ha sido interés del profesor norteamericano –ni mucho menos de los de Alicante– plantear que las decisiones correctas son aquellas que respondan a uno u otro espectro del mundo ideológico o político. No son adoctrinadores. Por el contrario, como reconoce Kennedy, su interés se centra en dar herramientas para entender que razonamientos jurídicos son de izquierda, centro o derecha.
Creo que desde esta visión del derecho se puede entender lo que está sucediendo ahora mismo en Venezuela, con ocasión a la inasistencia del Presidente electo Hugo Chávez Frías para tomar posesión de su nuevo período presidencial, y a las interpretaciones que del artículo 231 constitucional han hecho la oposición y el chavismo, que se anclan en dos métodos hermenéuticos bien contrapuestos: la exégesis y el método sociológico. Cada uno es utilizado según sus intereses políticos.
La oposición sostiene que la norma constitucional es clara y no resiste interpretación diferente a lo que dice su mismo texto: la inasistencia de Chávez constituye una falta absoluta habida cuenta de su grave estado de salud, reconocido por el mismo Gobierno, y por tanto debe ser el Presidente de la Asamblea Nacional quien asuma la Presidencia de la República, y llamar a elecciones presidenciales dentro del mes siguiente. Con ello buscan asaltar a un chavismo que no tiene la unidad de la oposición por estar dividido en dos facciones; la civil y dogmática encabeza por Maduro, quien fue ungido por el mismo Chávez, y la militarista y corrupta de Diosdado. Así podrían llevar el chavismo a su límite y asumir el poder sobre Venezuela (personalmente considero que primero se declara la dictadura). La oposición, al igual que los burgueses franceses decimonónicos, grita “la exégesis es garantía de la libertad”. No de otra forma pueden evitar que la constitución se interprete de un modo flexible, diferente a su versión. Pero desde hace mucho la exégesis es despreciada; nadie en la doctrina mundial la defiende.
El Gobierno y el Tribunal Constitucional –que según parece, son lo mismo– se fundan en que la interpretación de cualquier norma jurídica no puede darle la espalda a la realidad, y que teniendo el Presidente electo una licencia médica y siendo también reelecto, la toma de posesión es apenas un aspecto formal que no puede sacrificar la voluntad popular, cuyo resultado debe preservarse. Con ello tratan de ganar tiempo para que el comandante se recupere o, en caso contrario, ajustar internamente sus intereses e ir unidos a unas elecciones con la garantía de ganarlas, y así evitar el abismo de la dictadura.
¿Qué cuál me parece mejor? Eh... Carrara decía que no explicaba los delitos de lesa majestad (rebelión, sedición...) por ser ellos una cuestión de número: si los rebeldes eran mayoría en una sociedad, sus acciones no se podían punir. Creo que algo similar pasa con lo que se está analizando. Por ello, señor respondame primero, ¿es usted chavista o no?