LA APUESTA PARLAMENTARIA DE GUSTAVO PETRO
Una
de las propuestas de Gustavo Petro que más ha sido criticada en estos días es
la de convocar una Asamblea Nacional Constituyente si es elegido como Presidente
de la República. Para nada es una propuesta novedosa ni exclusiva de Petro: el
Centro Democrático quiere una para entronar nuevamente a Álvaro Uribe Vélez y destrozar
los acuerdos de paz; Ordoñez la propone para revivir el Estado confesional-católico
(ojo católico, no cristiano) de la Constitución de 1886; y las FARC no
renuncian a cobrarse la constituyente que ellos creen que la oligarquía les
debe (recuerden que el mismo día en que se eligieron a los constituyentes, el
Gobierno de César Gaviria bombardeaba Casa Verde con lo que se puso fin a esos
malogrados diálogos de paz). Pese a lo anterior, los medios han registrado
opiniones peyorativas y de mofa en contra de esta intención de Petro, la que defiende
como la justa medida democrática para generar los cambios sociales que Colombia
necesita.
Considero
que Petro es consciente que un hipotético gobierno suyo tendrá poco margen de
maniobra en el Congreso de la República. Recuerden que su lista al Concejo de
Bogotá que lanzó al vencimiento de su período como Alcalde de la ciudad sólo conquistó
un escaño. Su lista de decentes que ahora apoya para el Congreso con seguridad obtendrá
una representación minoritaria. En dicho evento, los conflictos entre el Gobierno
Petro y legislativo serán constantes.
Se
ha dicho constantemente que el régimen presidencial –y con más veras el
presidencialista– no goza de válvulas de escape ante crisis políticas, pues el
Presidente y la Asamblea Legislativa tienen distinto origen democrático, al ser
electos en votaciones independientes. Lo contrario sucede en el régimen parlamentario,
en los que el Parlamento y el Gobierno tienen el poder de anularse mutuamente,
al conformarse a partir de los resultados de los mismos comicios. Así el
parlamento puede censurar los actos del Gobierno, y éste último puede cerrar el
Parlamento y convocar a nuevas elecciones. Esta opción está reservada para
eventos en los que son irrealizables o insostenibles los acuerdos de los Partidos
con escaños en el parlamento: se deja así en el pueblo la decisión de superar
esas crisis.
Petro
busca en realidad hacer de la Asamblea Nacional Constituyente una válvula de
escape de excepción en sus seguros conflictos con los congresistas colombianos.
En una apuesta arriesgada, espera que el pueblo que lo elija Presidente esté de
su parte en su lucha en contra de la clase política. Esto no es nuevo en el
país: así lo hizo César Gaviria en 1990 ante la negatoria constante del Congreso
de reformar la Constitución de 1886.
Aún
no he decidido mi voto para la Presidencia de la República, pero votaría en
contra de cualquier convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente. Los
colombianos son muy parecidos a aquellos niños pequeños quienes van cambiando
las reglas de sus juegos que inicialmente pactan, cuando se dan cuenta que nos
les convienen.